A una mujer con un cesto de ropa se la ve cerca de las portadas, en la parte más alejada del cuadro. Esta figura se me ha hecho familiar pues el cuadro lo compré en una Galería de Arte.
Hace un par de meses y todos los días me gusta mirarla un rato. Pero un día , como es mi costumbre, vuelvo a mirar el cuadro y me parece que la mujer está más cerca , no tan al fondo, y me pregunto: ¿ habrá caminado?¿la habré visto mal?….pero no, vuelvo a mirar y efectivamente está más cerca, ha aumentado de tamaño….pero no es posible, las figuras de los cuadros tienen un tamaño fijo durante años, durante siglos.
Paso unos días sin mirar el cuadro, pues he tenido que viajar por motivos profesionales y cuándo lo vuelvo a mirar, la mujer vuelve a estar más cerca, ha vuelto a aumentar de tamaño:
se le distinguen sus ojos negros, algunas arrugas de la piel de la cara , su pelo con la raya en medio…Cierro los ojos por si es una alucinación y los vuelvo a abrir, pero no, la mujer está más cerca, ¿habrá caminado?, ¿A dónde querrá ir?, ¿querrá salirse del cuadro?.
Varios días después la mujer está en un primer plano, sus ojos negros se ven tristres, la expresión de su cara es de ansiedad, de seguir adelante. Me dan deseos de preguntarle a donde desea ir, a quien quiere visitar, cual es su nombre. Pero esto me parece absurdo, las personas de los cuadros no hablan, son figuras nada más y se mantienen fijas durante años, siglos.
Me parece tan extraña la situación que decido olvidarme un tiempo del tema y dejo pasar el tiempo. Pero a los pocos días la curiosidad me hace volver a mirar el cuadro y para mi sorpresa la mujer ha desaparecido del cuadro, solo queda la silueta , ¿A dónde habrá ido?, ¿tendrá familiares?. Me dan ganas de contárselo al pintor, pero no me creerá, me tomará por loco, me dirá que es un disparate, que nunca se le han quejado los clientes por un motivo como este.
Unos días después recibo la visita de unos amigos y les cuento la historia del cuadro.
-Eso no puede ser ¿Cómo se va a ir una mujer de un cuadro?
-Mirad, la silueta de la mujer está ahí, os lo aseguro, antes había una mujer madura con un cesto de ropa.
-La verdad es que conociéndote estoy seguro que dices la verdad , pero reconoce que cuesta trabajo creerlo.
-Si os comprendo – respondo – pero no tendría sentido que me inventara una historia como ésta. Además nunca me habría comprado un cuadro así, con una silueta pues daría la impresión de no estar terminado.
-Dejate, hay pintores que con tal de ser originales hacen lo que sea.
-Bueno, pensad lo que queráis, pero os digo la verdad – les respondo con resignación.
Cuando los amigos se van, miran al cuadro con cara de escepticismo, incluso alguno bromea.
-Llama a la Policía, igual la encuentran en otro cuadro donde la señora está más a gusto o la encuentran vendiendo la ropa.
Pasan los días, las semanas y ¡por fin!, la mujer aparece de nuevo al fondo del cuadro, en la posición original con su cesta de ropa. Me acerco y observo con sorpresa que sus ojos negros tienen una mirada más alegre, las arrugas de la cara han disminuido, parece una mujer más joven. Le sonrío y le hago un gesto de complicidad.
Tomás Sánchez-Maroto Noblejas